Honorable Señor Eduardo Estrella, Presidente de la Asamblea Nacional;
Excelentísimo Señor Jovenel Moïse, Presidente de la República de Haití;
Excelentísimo Señor, General Umaro Sissoco Embaló, Presidente de la República de Guinea Bissau y Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas;
Honorable Señor Hipólito Mejía, Ex Presidente de la República;
Su Excelencia Michael Pompeo, Secretario de Estado de los Estados Unidos;
Su Excelencia, Mevlȕt Cavuşoğlu, Ministro de Relaciones Exteriores de la República de Turquía;
Su Excelencia, Maria Aranzazu González Laya, Ministra de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación del Reino de España;
Su Excelencia, Pedro Brolo Vila, Secretario de Estado de Relaciones Exteriores y Cooperación Internacional de la República de Guatemala;
Su Excelencia Lisandro Rosales Banegas, Ministro de Relaciones de la República de Honduras;
Su Excelencia Zoran Djordjevic, Ministro de Trabajo, Empleo, Veteranos y Política Social de la República de Serbia;
Su Excelencia Reverendísima Monseñor Ghaleb Bader, Nuncio Apostólico y Jefe de Misión especial de Su Santidad el Papa Francisco;
Excelentísimos Señores y Señoras Jefes de las Misiones Especiales y de Organismos Internacionales;
Excelentísimos Señores y Señoras Miembros del Cuerpo Diplomático y Consular acreditados en el país;
Distinguidos Invitados Especiales;
Excelentísima Señora Raquel Peña Rodríguez, Vicepresidenta de la República;
Honorable Señora Milagros Ortíz Bosch, Ex Vicepresidenta de la República;
Excelentísima Señora Raquel Arbaje de Abinader, Primera Dama de la República;
Honorable Señor Luis Henry Molina, Presidente de la Suprema Corte de Justicia;
Honorable Señor Milton Ray Guevara, Presidente del Tribunal Constitucional;
Honorable Señor Román Jáquez Liranzo, Presidente del Tribunal Superior Electoral;
Honorable Señor Julio César Castaños Guzmán, Presidente de la Junta Central Electoral;
Honorable Señor Hugo Álvarez Pérez, Presidente de la Cámara de Cuentas;
Honorable Señora Zoila Martínez Guante, Defensora del Pueblo;
Honorable Señor Alfredo Pacheco Osoria, Vicepresidente de la Asamblea Nacional;
Honorables Señores Senadores y Diputados, Miembros de la Asamblea Nacional;
Mi Madre, Rosa Sula Corona Caba;
Altos Funcionarios Civiles y Militares;
Distinguidos representantes de los medios de comunicación;
Señoras y señores.
Permítanme, antes de iniciar mi intervención que les pida que se pongan en pie para rendir homenaje y recuerdo a las víctimas del Covid-19 y a sus familias.
No están solos en este terrible trance y cuentan con la solidaridad y el afecto de todo el pueblo dominicano aquí representado, así como con el aliento fraterno de las naciones hermanas y amigas cuyos representantes nos honran hoy con su presencia.
Y tributemos también un aplauso que sirva de apoyo para todos los que están hospitalizados, así como los que se recuperan en sus casas y, en especial, para el personal sanitario que nos cuida y cura en un esfuerzo de solidaridad y profesionalidad sin precedentes en nuestra historia.
Muchas gracias, señoras y señores.
Pueblo dominicano.
Esta mañana comparezco ante esta Asamblea Nacional para recibir la Banda presidencial honrado por la confianza ciudadana depositada en las urnas y muy consciente de los desafíos actuales, pero también lleno de fe respecto al porvenir.
Como corresponde a nuestra tradición cívica y política, este acto se celebra el 16 de agosto, 157 años después de que, en el Cerro de Capotillo, catorce hombres al mando del coronel Santiago Rodríguez izaran la bandera nacional bajo el grito de ¡Viva la República Dominicana!
Con aquella acción valiente se inició un camino, duro y a veces amargo, pero también guiado por la esperanza que, más de ciento cincuenta años después, nos ha traído hasta un nuevo momento solemne de relevo y continuidad en la más alta magistratura de la República Dominicana.
Hoy damos un paso más hacia ese futuro de libertad, prosperidad y justicia con el que soñaron aquellos héroes y cuya memoria honramos haciendo coincidir la fecha de su epopeya con el acto de toma de posesión del Presidente de la República.
Cuando aquellos bravos patriotas protagonizaron El Grito de Capotillo sabían que la senda por la que tenían que transitar estaba llena de obstáculos. Sin embargo, ni les temblaron las piernas ni flaqueó su ánimo para enfrentar la tarea histórica que tenían por delante.
Casi un siglo después y en circunstancias también sombrías para nuestra patria, al pintor Aurelio Crosiet no le falló el talento y, con sus pinceles, dejó en los muros de este venerable salón un mapa simbólico de la que, anuncio ahora será nuestra travesía durante los próximos años; un periodo en el que no van a faltar las dificultades ni los retos, pero tampoco la determinación para solucionarlas ni el trabajo para superarlos.
Los murales de Crosiet que ahora podemos contemplar, nos muestran enseñanzas de libertad, de justicia, del valor de la ley, de la patria y de la fe.
Pero a pesar de la inspiración y el orgullo que nos producen estas pinturas, no voy a engañar a nadie con palabras dulces, promesas huecas ni horizontes falsos porque, ni la altísima magistratura que hoy asumo ni la decencia me permitirían semejante irresponsabilidad, porque vivimos una de las horas más difíciles de nuestra historia para la que no contamos con precedentes ni disponemos de recetas probadas porque, sencillamente, no existen.
Aun así, en este día solemne, ofrezco trabajo y diálogo ilimitado para, entre todos, salir adelante más fuertes, más unidos y cargados de esperanza.
Como preámbulo quiero advertir que este discurso no será un programa de gobierno, ni un listado de obras a emprender, que ya hemos detallado a lo largo de la campaña, y en la transición. Tampoco un inventario del penoso legado en muchos de los ámbitos del Estado, del que se ocuparán de informar los funcionarios que integrarán el equipo de trabajo de este gobierno. Porque este será un gobierno de sistemática comunicación y rendición de cuentas.
Señoras y señores:
El Covid ha puesto al desnudo la grave situación estructural que atraviesa nuestra patria. Una pandemia global nos ha mostrado como nuestro país tiene debilidades que la hacen muy vulnerable a la situación actual y a sus consecuencias económicas y sociales. Llevamos décadas de inacción y mala política, pero hoy ya no tenemos más tiempo que perder.
Sin embargo, lo urgente no debe hacernos olvidar lo importante. La premura con la que hemos de arbitrar medidas no debe ser excusa para no acometer las reformas profundas que precisa nuestro país para contener los estragos que agrava la pandemia en el corto plazo, y también para superar nuestras carencias estructurales.
Por ello, esta presidencia que hoy comienza, será la de los cambios urgentes. Pero también la de los cambios irreversibles.
COVID Y SALUD
El Covid-19 es un mal global que nos golpea a todos de una manera tan silenciosa como especialmente cruel porque castiga la necesidad que, como seres humanos tenemos de vivir juntos.
Un adversario tan terrible que nos obliga a tomar medidas excepcionales para defender la vida y nuestra forma de vivirla.
El virus está poniendo a prueba toda nuestra estructura social, con consecuencias para nuestra salud y nuestro sistema sanitario, pero también para la actividad económica, educativa, cultural y social. Por eso debemos actuar ahora y con contundencia.
El actual sistema público de salud, pese a sus buenos profesionales, no ha tenido suficientes medios para paliar la pandemia, o para articular políticas de prevención ante esta u otras crisis sanitarias.
Quiero anunciarles hoy, que nuestro gobierno pondrá en marcha un plan nacional de detección, aislamiento, rastreo y tratamiento de contagiados a una escala sin precedentes en nuestra historia, con el compromiso de garantizar el acceso a la vacuna contra el virus a toda la población dominicana tan pronto como esté disponible.
Aumentaremos el presupuesto de salud hasta llegar a más de 66.000 millones de pesos en los primeros 4 meses de gobierno para atender a esta emergencia pero, a la vez, para transformar para siempre nuestro modelo de atención sanitaria, bajo criterios de desconcentración, descentralización y empoderamiento de las comunidades, así como el refuerzo de la atención primaria.
Hoy me comprometo a dedicarme en cuerpo y alma a situar nuestro sistema sanitario donde los dominicanos merecen que esté: entre los mejores de América Latina.
Por ello, sirva este acto de recepción de la Banda Presidencial para adquirir aquí un compromiso solemne: Nadie va a quedar desatendido ni abandonado a su suerte porque de esta crisis vamos a salir, todos y juntos.
Bajo mi presidencia el sistema sanitario no colapsará. Pero es importante que entendamos que después de casi seis meses de la aparición de la pandemia en el país, recibimos la conducción del gobierno en plena expansión del virus, ya con mil 400 fallecidos y más de 85 mil contagiados.
En los próximos meses aumentaremos el número de camas donde sea necesario, duplicaremos nuestra capacidad de camas en las unidades de cuidados intensivos, pondremos en marcha 12 hospitales temporales, y formaremos a más de 1.000 médicos y enfermeras en un gran programa nacional para ser más eficaces en la lucha contra la Pandemia.
Tal empeño será posible porque vamos a reestructurar la arquitectura institucional del Estado para eliminar los organismos e instituciones innecesarias o con duplicidad de funciones y destinaremos esos fondos a la inclusión de más de dos millones de ciudadanos al seguro familiar de salud de forma que para diciembre de este año, la salud pública dominicana será, UNIVERSAL Y GRATUITA.
ECONOMÍA
Pueblo dominicano:
La pandemia es global. Y la crisis económica que ha traído consigo también lo es. El daño causado ya es el mayor desde la II Guerra Mundial. El Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y la Organización para el Desarrollo y la Cooperación Económica proyectan un crecimiento global negativo, por lo que la recuperación no llegará ni rápida ni fácilmente.
La reducción de la economía global significará intercambios comerciales dramáticamente inferiores entre los países. La revolución tecnológica que permitió que lo global se convirtiera en local provoca también que la reducción de la demanda mundial tenga consecuencias para el sector externo de nuestra economía y repercusiones en la producción, el empleo y el consumo interno.
Las prohibiciones y el temor a viajar reducen el número de turistas en nuestra isla; nuestras exportaciones sufren la depresión de la demanda mundial. Cierran pequeñas y medianas empresas, se pierden empleos y se consumen ahorros sin que nadie sea capaz de predecir el impacto ni el fin de la pesadilla.
Esta crisis amenaza con tensionar al máximo las políticas fiscales y nos obliga a un manejo adecuado del gasto público para paliar los daños que ya sufren los sectores generadores de divisas. Y todo esto se desencadena en un contexto en el que los niveles de deuda pública incluso antes de la pandemia habían llegado ya a los límites de la imprudencia. La deuda consolidada de todo el Estado fue duplicada en la última década, y solo esta semana el déficit ha crecido en 25.600 millones de pesos.
En el pasado no hubo un aumento del bienestar de los ciudadanos, pero sí un aumento de la deuda y de nuestro déficit. Este es el escenario al que nos enfrentamos. Este es el balance que nos hemos encontrado. Un balance que estamos firmemente comprometidos a revertir.
Mejorando la calidad del gasto y eliminando dispendios y corrupción que durante años solo han aumentado el déficit y consecuentemente la deuda pública sin mejorar la calidad de vida de los dominicanos. Que no pierdan su tiempo los auspiciadores de la malversación. Nada ni nadie nos hará variar este compromiso.
Jamás, gobierno alguno, enfrentó semejante combinación de retos y amenazas.
La crisis y sus efectos nos traen muchos meses de sacrificio y disciplina, pero siempre conservando la esperanza en un porvenir mejor. Por ello, la prioridad es la de crear las condiciones para recuperar la producción y el empleo utilizando todos los mecanismos que estén a nuestro alcance para lograr dicho objetivo, por eso les anuncio que:
Continuaremos los programas de ayuda FASE, Quédate en Casa y Pa´Ti para lo que queda de este año 2020
Extenderemos las facilidades tributarias en especial para las pequeñas y medianas empresas e implementaremos un Programa de Garantías y Financiamiento dirigido a los sectores afectados por la pandemia por más de 100.000 millones de pesos.
Iniciaremos un plan de reparación y construcción que impactará a más de 30.000 viviendas para reactivar las economías locales en todo el país.
Impulsaremos que el Banco de Reservas de prioridad a los proyectos del sector turístico, industrial y de exportaciones que creen empleo y que estén detenidos por la falta de financiamiento.
Presentaremos el próximo lunes 24 el Plan de relanzamiento del Turismo con el objetivo de impulsarlo y recuperar la afluencia de visitantes previa a la pandemia.
Vamos a disponer, por medio del Banco Agrícola, de 5.000 millones de pesos de financiamiento a tasa de interés cero para la nueva siembra. Y prestará apoyo a la comercialización y asistencia técnica para garantizar la seguridad alimentaria.
Para lograr todos estos objetivos será necesario recurrir a fuentes de financiación internas y externas que permitan atender las necesidades extraordinarias, lo que implicará un aumento del endeudamiento más allá del que teníamos programado antes de la pandemia.
La magnitud de la crisis es tan descomunal que este nuevo gobierno hará lo que sea necesario, cuando sea necesario y el tiempo que sea necesario para rescatar la economía y proteger a las personas y sus empleos.
Una vez superada la crisis sanitaria y económica tendremos que tomar las medidas para cambiar la trayectoria de nuestra deuda pública.
La limitaciones fiscales nos impulsan a ser creativos y utilizar al máximo las alianzas públicas y privadas para generar inversiones en áreas que supongan creación de empleos formales y obras estratégicas. Algunas que iniciaremos la planificación y asignación de inmediato son:
La construcción de la Autopista del Ámbar, que permitiría llegar de Santiago a Puerto Plata en tan solo 25 minutos y de Santo Domingo a Puerto Plata en dos horas.
El desarrollo turístico de Pedernales, que desarrollaría su propio aeropuerto así como la construcción de 3.000 habitaciones hoteleras en varios hoteles.
El puerto de Manzanillo que nos permitirá dar salida a las exportaciones de banano y las zonas francas de Santiago y la línea noroeste.
Quizás ahora el sector privado tenga sus lógicas reservas para iniciar nuevos proyectos dada la delicada situación internacional. Pero este gobierno les quiere decir a los empresarios nacionales e internacionales que este es el momento de invertir en la República Dominicana.
Crearemos un clima favorable a la inversión garantizando la seguridad jurídica, la transparencia y la celeridad en los procesos de contratación. Y además, a partir de mañana estoy ordenando a todas las instituciones públicas acelerar el conocimiento y decisión de toda inversión que se encuentre paralizada y que suponga creación de empleo.
RELACIONES EXTERIORES
Asambleístas
La política exterior dominicana tiene que situarse como uno de los ejes de la acción gubernamental. Su peso e importancia en un contexto tan global se hace hoy indispensable.
Quiero recordar aquí, en este punto y en tan importante acto, que nuestra nación no se circunscribe tan sólo a los 48.000 kilómetros cuadrados que ocupa.
A la República Dominicana la podemos encontrar también más allá de las costas azul turquesa del mar que bañan a esta dinámica y diversa región caribeña. República Dominicana vive también entre los rascacielos de la Gran Manzana de Nueva York, y en las bulliciosas calles de Madrid.
Esta República Dominicana de la que hoy quiero hacerles partícipes, somos todos y cada uno de nosotros, hombres y mujeres que vivimos en esta isla o que desarrollan sus proyectos de vida en la lejanía. Es la República de aquellos que llevemos encendida por el mundo la llama eterna de la patria que nos legaron los Trinitarios, Gregorio Luperón y las Hermanas Mirabal.
Esa república que vive lejos de esta isla es la que ha mantenido su esfuerzo en un momento tan duro como este, aumentando las remesas para ayudar a sus familias. Ellos siguen demostrando su inmenso apego a esta tierra, colocada en el mismo trayecto del sol y de la luz. Tienen sus cuerpos fuera, pero su alma y su cultura permanecen entre nosotros. A esta querida diáspora en el exterior solo podemos decirle: GRACIAS.
La política exterior dominicana ha sido tradicionalmente ineficaz, y los nombramientos en su servicio exterior repartidos muchas veces como botín político. Pero esto va a cambiar YA. Desde hoy habrá un gobierno que atienda a su gente, que se ponga a su servicio y que ayude a su pueblo este donde este.
Somos plenamente conscientes de que la prosperidad del país también dependerá de que situemos nuestro servicio exterior donde merece una nación moderna y decente. Tenemos grandes retos por delante, como su profesionalización, modernización y la adecuación de sus estructuras, hoy desproporcionadas e ineficaces.
A través de nuestro Ministerio de Relaciones Exteriores promoveremos el comercio y las inversiones en un tiempo en el que serán cruciales para nuestra recuperación. Fortaleceremos nuestras relaciones estratégicas con EE.UU, nuestro principal socio comercial y el lugar donde residen dos millones de compatriotas.
Y seguiremos vigorizando nuestras relaciones con todas las regiones del mundo, incluida la Unión Europea, especialmente con nuestros socios españoles y por supuesto, redoblaremos los esfuerzos para ser un actor de transformación económica y promotor de la democracia y su valores en toda América Latina y el Caribe.
La República Dominicana está perfectamente posicionada para aprovechar al máximo este reto histórico. Contamos con un ecosistema industrial y de Zonas Francas robusto, y una proximidad envidiable con los principales mercados de consumo del mundo.
Llegó el momento de maximizar nuestra posición geográfica en el continente Americano para el restablecimiento de empresas y la creación de empleos.
Señoras y señores,
La relación bilateral con Haití es muy importante para la República Dominicana. Somos conscientes de que el éxito en esta relación depende de la presencia activa, consistente y perseverante de ambos estados. De ahí que debamos seguir fortaleciendo los instrumentos para una buena vecindad, fomentar el desarrollo integral de la frontera y diseñar una política de seguridad efectiva para ayudar al bienestar de las dos naciones.
EDUCACIÓN
Pueblo dominicano,
La verdadera razón de ser de un gobierno es el bienestar de su gente. Y no se puede aspirar a grados mayores de bienestar y de igualdad sin Educación. La auténtica palanca transformadora de la sociedad es la formación y el conocimiento.
Decía Bertold Brecht aquello de; «Qué tiempos serán estos, que hay que defender lo obvio». Pues bien, aquí me tienen, defendiendo una vez más una obviedad tan grande como olvidada: Que la República Dominicana debe tener el sistema educativo que merece y que no debe ser otro que el mejor.
No por casualidad, el pueblo dominicano convirtió en un estandarte la legítima y necesaria demanda de que se destine el 4% del Producto Interno Bruto a la Educación.
Sin embargo tristemente, ese 4% no se ha invertido como debería, hubo más negocio que educación.
Así pues, no empezamos con ninguna ventaja. Según el Banco Mundial la expectativa de escolaridad de un niño dominicano es de 11.3 años, pero la escolaridad efectiva por manejo de competencias se reduce a 6.3.
El 20 por ciento de nuestro alumnado no completa el ciclo de enseñanza primaria y el desencuentro entre el modelo de las instituciones formadoras de educadores y el currículo vigente de nuestros centros educativos es evidente.
Hemos empeorado en los informes PISA desde 2015, situándonos hoy en el último lugar de 79 países en matemáticas y ciencias y en el penúltimo en lectura.
El diagnóstico de nuestro sistema educativo es, sin duda, grave y no pienso maquillar tal condición, ni voy a consentir que siga así.
El modelo educativo vigente en nuestro país no funciona, o al menos no genera calidad en la educación, empleabilidad de los graduados ni contribuye al desarrollo de la nación.
Por ello, nos proponemos garantizar la incorporación de todas las dominicanas y los dominicanos a los procesos educacionales: que nadie se quede sin un cupo escolar, sin una oportunidad de formarse, de capacitarse, desarrollarse y tener acceso al éxito.
Vamos a impulsar un modelo educativo basado en la generación de competencias útiles para la inserción social, pero útiles también para que nuestros jóvenes puedan desempeñar efectivamente un empleo de calidad -un empleo formal- o crear sus propios negocios, si así lo deciden.
Asimismo, vamos a llenar de competencias y contenidos útiles la tanda extendida, para que nuestros centros educativos se conviertan en laboratorios de valores y de ciudadanía.
Para el logro de estos propósitos es indispensable el compromiso y la participación entusiasta de toda la comunidad educativa, especialmente de los docentes a quienes vamos a mejorar sus condiciones laborales como reconocimiento a su capacitación y formación como buenos educadores y a la calidad de la enseñanza que brindan a nuestros niños y jóvenes.
La crítica situación que arrastra la educación dominicana se agrava aún más a causa del Covid-19, que pone en serias dificultades el año escolar 2020-2021, pautado para iniciarse el próximo día 24, es decir, dentro de ocho días. No podemos correr ese riesgo.
Sin embargo, tampoco vamos a resignarnos a esperar a que pase la tormenta. La semana próxima, el nuevo ministro de educación presentará el plan mediante el cual vamos a enfrentar la situación para garantizar la marcha de la educación preservando la salud de la comunidad educativa.
Eso nos obliga a recurrir a la educación a distancia y virtual, para lo cual se requiere de recursos tecnológicos que el gobierno saliente no preparó.
De ahí que les anuncie hoy que, para el inicio del año escolar, todos los niños y jóvenes de las escuelas y liceos de la República Dominicana dispondrán de una Tablet o Laptop para que puedan seguir su formación independientemente de cómo sea la evolución de la pandemia y su nivel económico.
Pondremos en marcha también un ambicioso plan para implicar a todas las operadoras de servicios telefónicos del país y asegurar la conectividad de todo el sistema educativo en un tiempo mínimo.
También nos hemos reunido con la rectora de la universidad autónoma de Santo Domingo para proveerla de una ayuda especial, de tal manera que podamos garantizar su semestre con plena seguridad y de la mejor manera posible.
Con estas medidas, salvaremos el año escolar y universitario y eliminaremos de una vez por todas la brecha digital que tan grande e insoportable es en nuestro país.
Este es un cambio que transformará de una manera sin precedentes nuestro sistema educativo para siempre.
Porque, este gobierno que hoy empieza está convencido de que la apuesta por la educación es la única en la que se gana siempre, pues estamos hablando del motor transformador de un cambio imparable y sin vuelta atrás. Apostando por nuestros jóvenes y por su formación estamos apostando por el talento y el futuro, Si lo conseguimos, llegaremos a tiempo a la cita histórica del progreso que la República demanda.
INSTITUCIONALIDAD
Pero no existen transformaciones sin las reformas institucionales necesarias que garanticen que somos un pueblo de leyes y no una comunidad sometida a la cambiante voluntad de sus gobernantes. La Historia no es lineal y en la República Dominicana hemos aprendido esa lección por las malas demasiadas veces.
El inventario de trágicos retrocesos desde nuestra Independencia así lo confirma. Nada sin esfuerzo está garantizado para siempre. Por eso, la vigilancia para mantener la democracia no termina nunca.
Los aquí reunidos en la Asamblea Nacional, desde nuestras distintas responsabilidades institucionales, somos los guardianes del legado democrático y, como tales, no podemos fracasar en el objetivo de conciliar la libertad con la Justicia.
Porque sin Justicia no puede existir la democracia.
No se ha de malograr la herencia histórica de cientos de miles de dominicanos y dominicanas que, en el devenir de más de siglo y medio, han marchado exigiendo justicia y que, en demasiadas ocasiones, han derramado su sangre en el empeño. Si olvidáramos esos sacrificios, no seríamos dignos ni de mirarnos al espejo sin sentir vergüenza.
Tampoco podemos olvidar a todos aquellos que lucharon con determinación por garantizar el respeto a la Constitución y nuestras leyes. No los defraudaremos.
Por ello, uno de los primeros decretos que firmaré hoy será para designar un Procurador General políticamente independiente capaz de hacer lo justo, incluso si todos están en contra, y de evitar lo injusto, incluso si todos están a favor.
SEGURIDAD
Asambleístas,
Sin ley no hay seguridad, sin seguridad no hay libertad y sin libertad no hay democracia. Y el que tenga la tentación de sacrificar alguno de estos valores para preservar otro, los perderá todos.
En una sociedad libre, moderna, democrática y avanzada como la que aspira ser la dominicana todos merecemos desarrollar un proyecto de vida sin violencia.
La inseguridad afecta a miles de dominicanos y dominicanas. El 77% de la sociedad considera la delincuencia como su principal preocupación.
Creo que este problema debe ser solventado superando el viejo concepto de orden público, porque las causas de este mal son mucho más complejas y profundas.
Por ello, debemos mejorar y atender la prevención, creando oportunidades que cierren la puerta al recurso a la delincuencia a la vez que llevamos intensos programas educativos sobre el impacto negativo del alcohol y las drogas entre los más jóvenes. También fortaleceremos las acciones de disuasión estrechando la colaboración de la policía con la sociedad a la cual debe servir y proteger. Esto requiere un esfuerzo colectivo tan grande como la meta que queremos alcanzar: un país sin violencia.
Para este gran objetivo sabemos que necesitamos implicar a todo el pueblo dominicano, pero en especial a aquellos que velan por nuestra seguridad y libertad: al cuerpo de policía nacional.
El servicio de policía, tiene encomendadas tareas tan vitales para el desarrollo de nuestra nación, como proteger la vida, la integridad física de las personas, preservar el orden público o promover la convivencia ciudadana. Nuestra deuda con este servicio es tan grande como la obligación que tenemos para mejorarlo.
En este nuevo tiempo que comienza emprenderemos una reforma integral de la policía nacional que promueva cambios en la cultura institucional, impulse la profesionalización y tecnificación del servicio, mejore las condiciones laborales de nuestros agentes y dé una mayor eficacia de los servicios policiales.
Una batería de medidas y propósitos que son cruciales para la calidad democrática de nuestro país. Pues afecta de lleno a su gente y condiciona nuestras vidas.
TRANSPARENCIA Y LUCHA CONTRA LA CORRUPCIÓN
Asambleístas,
Una democracia de calidad, a las puertas de la tercera década del siglo XXI, requiere una rendición de cuentas vertical. Esto supone un sistema de frenos y contrapesos entre los poderes del Estado, para que ninguno prevalezca sobre otro. El gobierno debe estar sometido a una fiscalización ciudadana permanente y transparente. Eso también es democracia y no sólo la emisión puntual de la expresión ciudadana que representa el depositar una boleta en una urna cada cuatro años.
Un reconocimiento pleno de los derechos fundamentales de la ciudadanía exige también la existencia de un régimen justo de consecuencias para aquellos que violen la Ley, sin ningún tipo de privilegio o impunidad, y de una distribución socialmente equitativa de los frutos del crecimiento económico y de la riqueza nacional.
Y hoy, aquí, les digo que nuestra democracia ha sido dañada.
En este punto quiero ser muy claro, preciso, y contundente. En el gobierno que iniciamos hoy, no se permitirá, bajo ningún concepto, que la corrupción del pasado quede impune, el que robó dinero del pueblo, tiene necesariamente que pagar en la justicia por sus actos.
De igual manera quiero hacerles una advertencia a los nuevos funcionarios que me acompañarán en el gobierno del cambio: No voy a tolerar ningún acto de indelicadeza y mucho menos de corrupción en mi gobierno. El funcionario que se equivoque con el dinero del pueblo, será inmediatamente destituido y puesto a disposición de la justicia. Estamos convencidos de que la corrupción de arriba incentiva la de abajo, que es la delincuencia, que se traduce en inseguridad. Y ambas tienen que ser combatidas sin tregua.
Quiero reiterar para que nadie se confunda, que no habrá impunidad para la corrupción del pasado, ni tampoco para la que se cometa en el futuro.
Estoy comprometido con el pueblo dominicano, con mi familia y con la memoria de mi padre a encabezar un gobierno transparente y ético, donde el dinero del pueblo se maneje con total y absoluta pulcritud.
Cómo ven, los retos son difíciles y habrá quien sienta que su ánimo flaquea ante la colosal magnitud de la tarea. No es el caso de los dominicanos y dominicanas y, gracias a su inspiración, tampoco el de su presidente.
Aunque los recursos materiales son siempre limitados, las capacidades de las que depende el éxito la creatividad, la persistencia, la disciplina, la solidaridad, el valor y la fe son infinitas y constituyen el mejor patrimonio que tiene este país.
Sin embargo, estos dones no servirán de nada sin unidad de acción. Una unidad que nos concierne a todos, por encima de siglas, ideologías y partidismo.
El camino es largo y oscuro y quien tenga la tentación de recorrerlo solo y sin luces, no llegará a ninguna parte. Por ello, en los próximos días me reuniré con todo el liderazgo nacional para abordar y discutir juntos las soluciones que requiere nuestro país.
La emergencia sanitaria y sus tremendas consecuencias en el tejido económico y social nos exigen estar a la altura de las circunstancias como pocas veces ha ocurrido en la Historia de nuestra nación.
Tenemos un examen con la Historia y con las próximas generaciones que nos pedirán cuentas de nuestras acciones. Hemos de mostrar al mundo lo que somos capaces de hacer unidos en nuestra diversidad y fuertes en nuestra lucha.
Con ese ánimo asumo esta investidura como presidente de todos los dominicanos y dominicanas, como su primer servidor y con el compromiso de que este gobierno sea recordado como el que comenzó un nuevo tiempo de cambio, unidad, y verdadero desarrollo económico y social.
Este gobierno no será de unos contra otros. Soy el presidente de todos en una nación de ciudadanos libres e iguales que tienen como objetivo histórico proteger y reconstruir nuestro país.
Somos mucho más que diez millones de personas que viven en esta parte del mundo.
Somos una forma de ver la vida con los valores de la paz, la convivencia, la solidaridad y el progreso, como corresponde a un país que quiere ser construido y disfrutado tal y como quiere su gente. Nuestra gente. Nosotros. Un «nosotros» que no excluye a nadie porque es expresión de un espíritu colectivo de libertad y justicia que siempre ha guiado a nuestro pueblo.
Y que fue la bandera que izaron hace 157 años aquellos 14 hombres, en el cerro de Capotillo.
La bandera con la que hoy me visto.
La bandera de la libertad.
La bandera de la esperanza.
La bandera del progreso.
La bandera de todos los Dominicanos.
¡Viva la República Dominicana!
Muchas gracias y que Dios bendiga nuestro pueblo!!