Después de su anuncio de este martes Donald Trump ha pasado a formar parte de un reducido grupo de seis expresidentes de Estados Unidos que tras tener que dejar la Casa Blanca intenta nuevamente volver a ella, y en caso de lograrlo hará historia y será el segundo que lo consigue desde Stephen Grover Cleveland a finales del siglo XIX.
Si bien ambos comparten la misma aspiración de volver a la Casa Blanca, el estilo de uno y otro está lejos de ser similar siquiera un poco. Trump dejó el cargo llamando a la rebelión y acusando sin pruebas de que fue víctima de fraude; Cleveland, por su parte, cedió el mando pacíficamente tras su mandato e incluso sostuvo un paraguas sobre el nuevo presidente mientras pronunciaba su discurso de investidura.
Por algo era llamado ‘Grover el Bueno’ después de las reformas que llevó a cabo como alcalde de Búfalo y gobernador de Nueva York. Al igual que Trump, perdió la reelección entre acusaciones de fraude electoral, aunque en su caso se demostró que hubo irregularidades en algunos estados, especialmente en Indiana.
Cleveland se presentó por el Partido Demócrata por primera vez en 1884. Venció en una elección muy apretada por menos de 54.000 votos. Cuatro años después apareció una de esas anomalías que ocurren a veces en el sistema electoral de Estados Unidos, si bien ganó el voto popular por unas 100.000 papeletas, perdió frente su rival, el general de la guerra civil Benjamin Harrison.
En un principio los demócratas cuestionaron los resultados en Nueva York pero sobre todo en Indiana, estado del que Harrison era senador y donde se demostró más tarde la compra de votos por parte de los republicanos. Sin embargo, Cleveland hizo honor a su apodo y cedió el bastón de mando sin estridencia alguna, a diferencia de un Donald Trump que aún a día de hoy no ha reconocido su derrota de 2020.
«Estoy dispuesto a hacer todo lo que esté a mi alcance para que su acceso al cargo sea fácil y agradable», le dijo Cleveland a Harrison en una carta que jamás escribiría Donald Trump a Joe Biden. En 1982, y con altos índices de popularidad, se volvió a presentar y ganó por casi tres puntos porcentuales de diferencia.
LOS OTROS CINCO
El primero de ellos fue Martin Van Buren por el Partido Suelo Libre –una escisión demócrata– en 1848. Para muchos, su candidatura estaba relacionada tanto con retener el poder dentro de su formación como con volver a la Casa Blanca.
El siguiente fue su rival en la reelección, Millard Fillmore, seguido por el republicano Ulysses S. Grant, quien tras dos mandatos consecutivos entre 1869 y 1877 no logró ser nominado en 1880 para un tercero.
Después de Cleveland le tocó el turno al candidato quizás más reconocido de esta lista, Theodore Roosevelt, presidente entre 1901 y 1909. A pesar de contar con un amplio apoyo de la sociedad decidió no presentarse a un tercer mandato. Sin embargo, cada vez más enfadado con su sucesor William Howard Taft, decidió retarle en las elecciones de 1912 bajo las siglas del Partido Progresista.
Logró en parte su objetivo, vencer a Howard Taft en aquellos comicios, pero fue el demócrata Woodrow Wilson quien los ganó. Aquella última carrera presidencial de Roosevelt resultó casi fatal después de que se salvara milagrosamente de un disparo cuando iba a dar un discurso en Milwaukee.
El último en intentarlo fue Herbert Hoover en 1940. Sin embargo, en el imaginario colectivo todavía perduraba la Gran Depresión a la que tuvo que hacer frente cuando fue presidente de Estados Unidos entre 1929 y 1933.
EL CASO TRUMP
La historia dice que la hipotética vuelta de Trump sería todo un acontecimiento histórico a tenor de los escasos antecedentes de éxito que tuvieron los otros expresidentes.
Al igual que la segunda candidatura de Martin Van Buren, Trump podría estar interesado en volver a la Casa Blanca para afianzar también su poder al frente del movimiento más conservador de la política estadounidense y con ello dar forma a un Partido Republicano en el que cada vez hay más voces que cuestionan el liderazgo de facto que ha asumido en los últimos años.
La venganza contra sus rivales políticos tampoco se descarta después de un convulso mandato repleto de críticas en su contra y dos juicios políticos a los que tuvo que hacer frente, haciendo historia aquí también, saliendo airoso de ellos.
El tiempo dirá si Trump se convierte en la segunda excepción dentro de otro episodio de la historia de Estados Unidos o si, por el contrario, se une al resto de selectos perdedores de los que siempre ha renegado.