De la guerra de invierno a la ofensiva de primavera; tras un año de combates, el conflicto en Ucrania está entrando en una fase potencialmente decisiva.
Tras unos últimos meses en los que los combates a lo largo de la línea del frente fueron intensos pero graduales, los analistas creen que ambas partes se están preparando ahora para una ofensiva más amplia.
«Parte de la razón de ser de la próxima ofensiva rusa es probablemente perturbar la capacidad de Ucrania para regenerar la capacidad de volver a la contraofensiva. Por lo tanto, mucho dependerá de cuántas de sus reservas tenga que lanzar Ucrania y de cuánto aumente su número de bajas para detener esa ofensiva rusa», explica Justin Bronk, investigador principal de RUSI.
En gran medida es una carrera de tiempo y recursos.
¿Recibirá Ucrania el material militar occidental prometido? ¿Logrará Rusia movilizar nuevas tropas, reponer existencias y reemplazar los tanques perdidos?
Bronk cree que «el mal resultado, por así decirlo, es que Ucrania se quede sin fuerzas y sea incapaz de recuperar la mayor parte del territorio ocupado restante antes de que esa nueva oleada de fuerzas movilizadas y entrenadas por Rusia y de equipamiento industrial empiece a llegar a finales de año. Y en ese punto, nos dirigimos hacia, creo, un estancamiento a largo plazo».
Un factor que hace más probable ese estancamiento es la aparente determinación del presidente Putin de seguir adelante con la guerra que él mismo inició.
Según la ex asesora de Seguridad Nacional de EEUU Fiona Hill, ni siquiera las fuertes pérdidas de Rusia le han disuadido.
«Putin ha dejado muy claro que está dispuesto a sacrificar lo que haga falta. Y eso es parte del problema. Y están saliendo muchas declaraciones y rumores de que está dispuesto a sacrificar a las 300.000 personas que han sido convocadas.»
¿Podría esa supuesta fría indiferencia llevarnos al escenario más catastrófico: el uso de armas nucleares?
Putin ha insinuado ataques nucleares en el campo de batalla en el contexto de una escalada incontrolada. Pero quizá sean solo amenazas.
«Usarlas realmente [las armas nucleares] no genera casi ningún beneficio práctico en absoluto y ciertamente nada que compense todos los costes, tanto en términos de riesgo de escalada inmediata, irradiando cosas a las que quieren aferrarse y de las que quieren formar parte, y también alejando al resto del mundo», opina Bronk.
Si la guerra nuclear parece una perspectiva remota, también lo parecen las posibilidades de paz, o incluso de un alto el fuego.
Rusia y Ucrania rechazan mutuamente las condiciones para un acuerdo y, por ahora, se centran en ganancias territoriales más que en soluciones diplomáticas.