El Departamento de Defensa de EE.UU. confirmó este jueves que Washington ya ha suministrado municiones de racimo a las Fuerzas Armadas de Ucrania.
«Efectivamente ya se han entregado municiones de racimo a Ucrania en este momento», informó en una rueda de prensa Douglas Sims, director de operaciones del Estado Mayor Conjunto de EE.UU.
Los militares estadounidenses señalaron que el suministro incluiría miles de rondas de este tipo de municiones, pero no proporcionaron el número concreto.
La decisión de EE.UU. de proporcionar municiones de racimo provocó las críticas de la comunidad mundial. Una de esas reprobaciones fue la de la vocera del Comité Internacional de la Cruz Roja, Fatima Sator, que condenó la decisión de Washington y destacó que este tipo de armas «tiene consecuencias humanitarias graves para las comunidades durante muchos años».
Rusia también criticó la decisión de EE.UU. de suministrar a Ucrania bombas de racimo, tachándola de «gesto de desesperación». Además, diversos aliados de EE.UU. rechazaron la entrega de estas municiones, entre ellos Alemania, Austria, España y Canadá.
Sin embargo, el subsecretario estadounidense del Departamento de Defensa sobre Asuntos Políticos, Colin Kahl, intentó justificar el suministro diciendo que le «preocupan las circunstancias humanitarias tanto como a cualquiera, pero lo peor para los civiles en Ucrania es que Rusia gane la guerra. Y por eso es importante que no la gane».
Las municiones de racimo, que se usaron por primera vez durante la Segunda Guerra Mundial, pueden emplearse en cohetes, bombas, misiles y proyectiles de artillería. Una vez lanzadas, se abren en pleno vuelo, esparciendo muchas minibombas sobre una amplia zona.
Los críticos argumentan que, al dispersarse, estas submuniciones pueden mutilar y matar a civiles, a lo que se une el riesgo asociado a los proyectiles sin estallar, que representan un peligro durante años.
Debido a la incidencia letal de estas armas en la población civil, 123 países adoptaron en 2008 una convención que prohíbe el uso de las bombas de racimo. De esos países, 111 son parte del convenio y solo 12 son firmantes.