El primer ministro Ariel Henry visitó hoy la dirección general de la Policía Nacional de Haití (PNH) y se reunió con su responsable, Frantz Elbé, con quien discutió sobre el clima de inseguridad.
Los funcionarios debatieron sobre la violencia en la zona metropolitana de la capital y algunas ciudades provinciales.
El encuentro tiene lugar en un contexto de asedio de las pandillas a barrios capitalinos como Tabarre, Croix des Bouquets y Carrefour Feuilles que ya dejaron decenas de muertos.
De acuerdo con un balance del Centro de Análisis e Investigación en Derechos Humanos desde el 13 de agosto al menos 15 personas fueron asesinadas en Carrefour Feuilles y otras 40 sufrieron heridas tras los ataques de la pandilla de Gran Ravine a la zona.
MUJERES VIOLADAS, VIVIENDAS INCENDIADAS
Además, mujeres fueron violadas en grupo y los perpetradores incendiaron una treintena de viviendas.
Cerca de 10 mil personas tuvieron que huir de sus hogares para refugiarse en los alrededores del estadio Sylvio Cator, así como el gimnasio Vincent, el Champs de Mars, la plaza Carl Brouard y la escuela República de Brasil.
Las pandillas también asaltaron la subestación eléctrica de Savane Pistache y dejaron inoperativa la infraestructura, con lo cual parte de la zona metropolitana de la capital se encuentra a oscuras.
USO ENÉRGIDO DE LA FUERZA
En un informe al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, el secretario general del organismo mundial, Antonio Guterres, aseguró que se necesita un uso enérgico de la fuerza por parte del despliegue multinacional de la policía, así como la utilización de medios militares para restablecer el orden público en Haití y desarmar a las pandillas.
Insistió en que nada menos que el uso robusto de la fuerza, complementado con una serie de medidas no cinéticas, por una fuerza policial multinacional especializada y competente, apoyada en medios militares y coordinada con la policía nacional, podría lograr los objetivos de eliminar a los grupos armados.
En octubre el Gobierno solicitó el despliegue de tropas extranjeras para contener a las pandillas que controlan más del 80 por ciento de la capital, y que son responsables del deterioro del clima de seguridad, así como de miles de muertes y secuestros.