El acuerdo final de la cumbre del clima de Dubái llama a los países a transitar hacia el fin de los combustibles fósiles. Es la primera vez en los más de 30 años de estas conferencias en la que se incluye una mención explícita a los hidrocarburos, el principal culpable de la crisis climática.
Es un «logro histórico», ha defendido el presidente de la COP28, Sultan Al Jaber, entre una gran ovación en pie durante el plenario en el que se ha aprobado, por consenso de prácticamente todas las naciones del mundo, este texto.
Tras dos semanas de cumbre y una última larga noche de negociación, el acuerdo se ha aprobado este miércoles antes de lo previsto, en los primeros minutos del plenario final.
Se trata del balance global del Acuerdo de París, un documento que traza la senda a seguir en acción climática en que queda de década.
En este periodo crítico para limitar el calentamiento global, era fundamental saber cómo de ambicioso era el texto, especialmente en cuanto a los combustibles fósiles.
El fin de estos -petróleo, gas y carbón- se había convertido desde el principio de la cumbre en el asunto central de la misma y el principal motivo de fricción entre los negociadores.
Finalmente, no se pide su «eliminación progresiva» («phase-out», en inglés), como reclamaban la UE y un centenar de países, además de las organizaciones ecologistas, pero sí un concepto similar, «transition away from», una transición hacia el abandono de estas energías.
Además de esta mención a los combustibles fósiles, en el mismo artículo de este texto de 21 páginas se plantean otra serie de opciones de reducción de emisiones, una especie de «carta» de la que cada país puede elegir qué aplicar. Y entre estas opciones, aparecen la energía nuclear, las cuestionadas tecnologías de captura de carbono, las renovables y el «hidrógeno de bajas emisiones».
Para los ecologistas, este es uno de los puntos más cuestionables del acuerdo, ya que abre la puerta a aumentar las inversiones en «falsas soluciones» que no han demostrado su efectividad para reducir las emisiones y las ponen «al mismo nivel» que la eólica o la solar, cuya eficacia sí que está demostrada.