El papa Francisco aseguró este viernes que «sembrar la esperanza» no es «decir palabras de cortesía u optar por un buenismo dulzón», durante una audiencia en el Vaticano con los miembros de la Comunidad del Seminario español de Córdoba.
«No piensen nunca que sembrar esperanza es decir palabras de cortesía u optar por un buenismo dulzón», dijo el pontífice al recibir al grupo en la sala Clementina con el brazo inmovilizado por precaución tras la caída que sufrió este jueves en su residencia, en la que no sufrió ninguna fractura.
Previamente, Francisco les dio «la bienvenida a esta casa, a la que acuden como peregrinos de esperanza en este año jubilar» y destacó que «en el viaje de la vida, la esperanza la podríamos identificar como las señales que nos van marcando el itinerario».
Así se refirió a tres señales, la primera de ellas: La dirección «hacia el cielo, al encuentro definitivo con Jesús. No a las primeras posiciones, no a los sitios más cómodos, esos son callejones sin salida, que si tenemos la desdicha de embocarlos debemos salir marcha atrás con trabajo y vergüenza».
También mencionó «los peligros del camino» pues «en medio del dolor de una guerra, de la crueldad más indigna del ser humano, armados con el yelmo de la esperanza, se puede dar testimonio, se puede perseverar en el camino del Señor».
Y por último habló de «las zonas de avituallamiento» y puso como ejemplo su viaje a Roma para «a atravesar la Puerta Santa y visitar las tumbas de los apóstoles» porque «necesitamos ser sostenidos, sentir la presencia del que es nuestra única esperanza, Jesús».
«Sin esa esperanza, ponernos en camino sería una locura, pero confiando en Él no tenemos dudas de que llegaremos al puerto deseado», añadió al destacar que en ese viaje «no se puede avanzar solo, sino en comunidad, guiando, defendiendo, asistiendo y bendiciendo a aquellos que el Señor nos dejó como tarea».
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