Despues de los bombardeos, los habitantes de la ciudad de Márhanets hacen un trágico balance: 13 ucranianos han muerto debido al nuevo ataque ruso, según las autoridades locales.
Kiev afirma que los cohetes fueron disparados desde la central nuclear de Zaporiyia, situada al otro lado del río Dnipro.
Las tropas rusas controlan la central y han sido acusadas por Ucrania de convertirla en una base militar. Desde allí disparan misiles a sabiendas de que es demasiado arriesgado para Ucrania devolver el fuego.
La comunidad internacional teme por las consecuencias que puede desencadenar un ataque directo a la planta nuclear, pero los combates en los alrededores continúan.
Rusia ha solicitado una reunión urgente en el Consejo de Seguridad de la ONU para discutir la situación.
Entretanto, los países del G7 han exigido que Rusia devuelva inmediatamente a Ucrania el control de la central nuclear de Zaporiyia. Acusan a las fuerzas de Moscú de poner en peligro la región.
A principios de esta semana, un oficial militar ucraniano dijo que no se podía garantizar la seguridad en la planta porque hay rusos armados que supervisan a los técnicos ucranianos. Aunque asegura que las unidades de la central están hasta ahora fuera de peligro.
Fuera del campo de batalla, la presión internacional continúa. En las rede sociales se pide a los países europeos que se prohíba la entrada a los turistas rusos. Haciendo eco de la petición del ministro de Asuntos Exteriores ucraniano Dmytro Kuleba. A través de un mensaje de Twitter alegó que:
«Visitar Europa es «un privilegio, no un derecho humano» para los turistas».