Por 30 años consecutivos la Asamblea General de la ONU volvió a votar de forma masiva contra el embargo económico existente contra Cuba por parte de Estados Unidos. El gobierno de Joe Biden continúa con las fuertes políticas que traía el expresidente Donald Trump.
Los votos de 185 países condenaron la medida, mientras Estados Unidos e Israel se opusieron. Los países que se abstuvieron fueron Brasil y Ucrania.
El Gobierno de Cuba a través de su canciller, Bruno Rodríguez, dijo que desde 2019 Estados Unidos «ha escalado el cerco” en torno al país “llevándolo a una dimensión aún más cruel y humana, con el propósito de infligir deliberadamente el mayor daño posible a las familias cubanas.»
Según Rodríguez, hasta mayo de 2022, 14 meses después de que Biden asumiera como presidente, el daño económico que sufrió Cuba fue de unos 6.250 millones de dólares, lo que equivale a unos 15 millones de dólares diarios.
El canciller aseguró que las políticas de Biden son las mismas de “máxima presión” que las de su antecesor Trump y afirmó que, a pesar de algunos cambios positivos sobre los vuelos estadounidenses a la isla, las remesas y los trámites consulares, estos no contrarrestan «las medidas económicas, comerciales y financieras estadounidenses», y añadió que «el bloqueo, que se ha endurecido al extremo, sigue siendo el elemento central que define la política de Estados Unidos hacia Cuba».
Tras la votación, Estados Unidos, a través del consejero político John Kelly, defendió el embargo y dijo seguir en la búsqueda de la libertad y la dignidad del pueblo cubano, y que las políticas estadounidenses se centran en su bienestar político y económico, y que se esfuerza «en la democracia y los derechos humanos y las libertades fundamentales».
Kelly aprovechó para recordar que el gobierno cubano en julio de 2021 reprimió a cientos de manifestantes que protestaban contra el Gobierno de la isla y exigían libertad. En adición a esto aseveró que el Gobierno de Díaz-Canel también «ha utilizado duras sentencias de prisión, incluso contra menores de edad, intimidación, tácticas, arrestos, interrupciones en Internet, turbas patrocinadas por el Gobierno y horrendas condiciones de prisión para tratar de evitar que los cubanos ejerzan sus derechos humanos».
A pesar de estas afirmaciones, Kelly dijo que «el pueblo de Estados Unidos y las organizaciones estadounidenses donan una cantidad significativa de bienes humanitarios al pueblo cubano, y Estados Unidos es uno de los principales socios comerciales de Cuba».
El embajador adjunto de Cuba ante la ONU, Yuri Gala, respondió a estos comentarios y dijo que «si el gobierno de Estados Unidos realmente se preocupara por el bienestar, los derechos humanos y la autodeterminación del pueblo cubano, podría levantar el embargo» y “no han revertido las restricciones que están teniendo un impacto directo en los empresarios cubanos en áreas como el desarrollo de software, la hostelería y otras áreas”.
Antes de la votación de los 193 estados miembro de la ONU, el canciller cubano dijo que su Gobierno no le echa la “culpa al bloqueo de todas las dificultades” que hoy enfrenta la isla, «pero faltarían a la verdad quienes negaran sus gravísimos impactos o no reconocieran que es la causa principal de las privaciones, escaseces y penurias que sufren las familias cubanas».
Rodríguez aprovechó para acusar a Estados Unidos de usar a los gigantes estadounidenses de las comunicaciones y las plataformas tecnológicas digitales «en una virulenta campaña de desinformación y desprestigio contra Cuba» y que la economía más grande del mundo utiliza «los más diversos métodos de guerra no convencional» y usa a “niños, jóvenes y artistas como blanco de este bombardeo político y mediático».