Todos los 29 de octubre se conmemora el Día Internacional contra el ACV o accidente cerebrovascular. Según la Organización Mundial de Accidentes Cerebrovasculares, el ACV o ataque cerebral constituye la segunda causa de muerte y la primera de discapacidad a nivel mundial, ya que afecta a 1 de cada 4 personas en el mundo. Más de 100 millones de personas viven con secuelas.
Un ACV es un accidente cerebrovascular que resulta de la interrupción del flujo sanguíneo hacia el cerebro. Es fundamental solicitar tratamiento médico de inmediato y obtener atención médica de emergencia porque rápidamente se puede reducir el daño en el cerebro y otras complicaciones que genera un accidente cerebrovascular.
Algunos factores de riesgos son:
Haber tenido preeclampsia (presión arterial alta durante el embarazo)
Complicaciones del embarazo, incluido el parto prematuro
Endometriosis
Uso de anticonceptivos orales
Insuficiencia ovárica prematura (antes de los 40)
Menopausia de aparición temprana (antes de los 45)
Tener síntomas vasomotores graves (como sofocos) en la menopausia
Tomar terapia de reemplazo hormonal (TRH) que contenga estrógeno para la menopausia después de los 60 años, más de 10 años después de la menopausia natural
Tomar estrógeno, como mujer transgénero o individuo de género diverso, para la afirmación de género
Tener mala nutrición
Tabaquismo
Ser sedentario
Tener sobrepeso
Dormir mal
Colesterol alto
Hipertensión
Nivel alto de azúcar en sangre
Cómo contrarrestar los riesgos
Llevar adelante un estilo de vida saludable, junto con la consulta periódica al médico para realizar una evaluación del estado de todo el sistema cardiovascular, son acciones preventivas del ACV.
Los factores de riesgo modificables de accidente cerebrovascular, como presión arterial alta, sobrepeso y obesidad, colesterol elevado y azúcar en sangre elevada, se pueden identificar con exámenes físicos y análisis de sangre. Estas afecciones deben abordarse con cambios de estilo de vida y comportamiento saludables y pueden incluir medicamentos para algunos pacientes, destacó la guía.
Seguir una dieta mediterránea, compuesta principalmente de frutas, verduras, legumbres, frutos secos, cereales integrales y aceite de oliva y pescado incluso si no se tiene otros factores de riesgo.
Realizar al menos 150 minutos semanales de actividad aeróbica de intensidad moderada o 75 minutos semanales de actividad aeróbica vigorosa (o una combinación de ambas) distribuidas a lo largo de la semana. “La actividad física puede ayudar a mejorar importantes indicadores de salud, como la presión arterial, el colesterol, los marcadores inflamatorios, la resistencia a la insulina, la función endotelial y el peso”, afirmó la guía.
Dormir lo suficiente.
No fumar.
Controlar los niveles de colesterol, presión arterial y azúcar en sangre y mantenerlos dentro de rangos saludables.
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